LA MÚSICA ANTIGUA DE CEUTA, UN TESORO PATRIMONIAL POCO CONOCIDO
Tan silenciosa como se puede encontrar un día cualquiera a las 12 del mediodía, la Catedral de Ceuta alberta entre sus paredes un sinfín de melodías y notas susurradas, cientos de páginas de música antigua (entre canto y polifonía) que en muchas ocasiones se compuso especialmente para la ciudad y que permanece en ella, no inmune al deterioro, desde hace más de tres siglos. El archivo de música del Obispado de Ceuta es probablemente el único lugar en donde se conservan hoy en día documentos musicales anteriores al siglo XX producidos en la ciudad, un legado patrimonial único y muy poco estudiado hasta ahora que arroja nuevos matices de luz a la forma de vida cotidiana y su expresión cultural a partir del siglo XVIII. El musicólogo ceutí José Antonio Gutiérrez-Álvarez nos ayuda a descubrirlo.

Apenas treinta documentos, entre impresos y manuscritos, conforman el legado patrimonial de música antigua hasta ahora catalogado que se conserva en la ciudad, un número muy reducido pero que entre canto llano y obras polifónicas manuscritas, ofrece información suficiente para reconstruir hoy en día a la perfección lo que podrían cantar y escuchar los fieles ceutíes un domingo cualquiera allá por 1770. "Es un mundo apasionante y a la vez complejo", afirma Gutiérrez-Álvarez más de cinco años después de terminar el primer y único catálogo del archivo de música de la Catedral publicado hasta ahora en la ciudad. Hasta este momento, los libros habían sido custodiados como parte de los fondos bibliográficos del Obispado de Ceuta (unos diez mil volúmenes), repartidos entre el archivo de la Vicaría General del Obispado de Ceuta y el archivo catedralicio, dos localizaciones a partir de las cuales nunca se había llegado a hacer inventario atendiendo a criterios musicales.
Todavía pendiente de terminar sus estudios, y como parte de unas prácticas de catalogación de su licenciatura en Historia y Ciencias de la Música en la Universidad Complutense de Madrid, José Antonio Gutiérrez-Álvarez quiso acercarse a los fondos bibliográficos musicales de Ceuta, donde para su sorpresa encontró un buen número de libros, pero "un gran vacío" bibliográfico sobre el tema. De esta forma, y apoyado entre otros por el cronista y archivero diocesano de la ciudad, José Luis Gómez Barceló, se sumergió en la investigación del legado musical ceutí de los últimos siglos.

Las horas que el musicólogo ha empleado escudriñando cada anotación de las varias decenas de documentos que se conservan hacen que hoy sea quien mejor conoce este patrimonio, liderado entre todas las piezas por un libro muy especial, el 'Liber, continens mussicam qua canitur, in Hebdomada aiori, hujus eclessic Cathedralis Septensis', escrito por el músico valenciano Luis Giner y Bria en 1774. El musicólogo explica en las páginas de este libro, catalogado como Cantoral núm. 19, se conserva la música polifónica (a varias voces) más antigua conocida hasta la fecha de todo lo que se ha compuesto en Ceuta y sigue aquí, aunque es probable que aparezcan más obras de este tipo si se llevaran a cabo posteriores estudios en otras localizaciones.
El cantoral es un bello ejemplar de medio metro de altura y 77 páginas, que contiene el repertorio polifónico que se cantaba en las celebraciones de Semana Santa, acompañado por ilustraciones en tinta de varios colores. Para Gutiérrez-Álvarez, éste es sin duda el tesoro de la colección, no sólo por su valor a nivel musical, sino también porque atestigua la presencia en Ceuta de músicos foráneos como Luis Giner, quien fuera organista mayor de la catedral hasta su muerte en 1780. Según explica Gutiérrez-Álvarez la música del cantoral es muy sencilla, pero tiene un gran valor histórico documental.


A través del estudio en el archivo de la catedral, el investigador ha llegado también a la figura de Pedro Furió, un importante y polémico músico valenciano que trabajó durante varios años en Ceuta y del que se cree estuvo desterrado en la ciudad, probablemente por problemas que tuvo con la justicia en anteriores lugares donde trabajó, como Antequera o Granada. "Su figura es la de un emblemático personaje que bien podría dar pie a una novela o un documental -afirma Gutiérrez-Álvarez, que está interesado en continuar la investigación sobre el músico-. Después de haber trabajado en plazas importantes como la Real Capilla de Granada llegó a Ceuta, donde a pesar de su fama el compositor no llegó a trabajar como maestro de capilla, sino como tenor y violinista bajo la dirección de músicos muy inferiores a él".
Según su investigación, Gutiérrez-Álvarez tiene asimismo constancia del paso por Ceuta de otros grandes de la época como Ignacio Jerusalén, violinista y compositor italiano que fue maestro de capilla en la Catedral de México en el siglo XVIII y que pasó al menos cuatro años en la ciudad. ¿Cómo influyó en la vida musical de la ciudad la presencia de estos grandes maestros? "Hay que tener en cuenta las particularidades de Ceuta, el terreno musical en la ciudad era muy endogámico y en la mayoría de ocasiones los intérpretes, compositores, organistas o maestros de capilla pertenecen a una misma familia. A la hora de buscar a gente de fuera para que viniera a la ciudad más que pedirles que fueran buenos músicos había que encontrar gente valiente". El especialista recuerda que era una época complicada, caracterizada por los asedios de Mulay Ismael y la ciudad vivía continuos momentos de tensión.
El trabajo y la catalogación de Gutiérrez-Álvarez en el archivo de música de catedral es tan solo una puerta abierta a múltiples líneas de investigación para el futuro, cuyo contenido continúa siendo un gran desconocido para un buen número de ceutíes. Como el propio investigador explica, es un problema al que se enfrenta la música antigua no solo en la ciudad, sino en la mayoría de localidades españolas. "Hay una gran desconexión entre la música y el público, y además, en muchas ocasiones no es fácil acceder a las fuentes para que los expertos puedan estudiarlas. Hay ciertas catedrales y archivos que tienen las puertas abiertas, pero otros en cambio ponen muchos problemas", apunta.
Si en la catedral de León se estudia hoy un importante códice medieval que podría ser la primera obra polifónica del mundo no es casualidad. "Faltaban profesionales y también facilidad de acceso para llegar al estudio de las fuentes", dice el musicólogo, que afirma sin embargo que las cosas están cambiando. "Queda muchísimo por investigar sobre música antigua en España. Los fondos estudiados en profundidad probablemente no alcancen el 10%. Por no hablar de documentación localizada en Hispanoamérica, la otra mitad de la naranja necesaria para llegar a un conocimiento profundo de la música antigua hispánica".
El investigador compara la situación con lo que supondría un armario lleno de partituras donde podría haber obras tan importantes para la música española como las compuestas por Mozart para la mundial, pero no abrirlo. ¿De quién es la culpa entonces? De acuerdo con el musicólogo son necesarios más especialistas, y también mayor capacidad de transmitir al público estos conocimientos. Así, tras muchas horas dedicadas al descifrado y catalogación de partituras, como en el caso de Ceuta, Gutiérrez-Álvarez se prepara para dar el salto a una nueva faceta de su carrera (que ya le ha llevado como conferenciante a prestigiosas universidades en México, Melbourne o Chicago) con la que quiere acercar a la ciudadanía el conocimiento y aprecio por toda esa música, en su mayoría olvidada.
Durante las VII Jornadas de Historia de Ceuta organizadas por el Instituto de Estudios Ceutíes, en septiembre de 2004, Gutiérrez-Álvarez llevó a cabo una conferencia sobre la importancia en la vida cotidiana de la ciudad de la capilla de la música de la catedral, una ponencia que culminó reproduciendo para el público la grabación de una de las piezas del Cantoral núm. 19. Según recuerda, algunos de los asistentes se emocionaron tanto que llegaron a derramar alguna lágrima. Y es que en las vetustas páginas de aquellos cantorales se esconde el auténtico poder de la música, el de transmitir y emocionar sin importar el dónde ni el cuando. Tal y como explica el investigador, no es que en Ceuta tengamos ejemplares de música especialmente brillante a nivel nacional o internacional, pero sí piezas autóctonas y genuinas que conforman un importantísimo tesoro patrimonial para los ciudadanos, a la espera de ser redescubierto y puesto en valor.
EL LEGADO EN DETALLE
La catedral de Ceuta alberga en su archivo un total de 31 documentos musicales en su mayoría anteriores al siglo XX. Diez de ellos, todos impresos y encuadernados, son ensayos teóricos sobre música, partituras y repertorio de canto gregoriano. Dieciocho son libros de coro, todos de canto llano (a una sola voz), menos el firmado por Luis Giner en 1774, el más antiguo que se conserva en Ceuta de polifonía compuesta en la ciudad. Además, el archivo contiene tres documentos manuscritos: dos partituras (Stabat Mater de 1886 y una copia del Ave María de Schubert) y un Miserere por partes que ha aparecido recientemente pendiente de estudio y catalogación.

JOSÉ ANTONIO GUTIÉRREZ-ÁLVAREZ (CEUTA, 1978)
Licenciado en Historia y Ciencias de la Música por la Universidad Complutense de Madrid en 2003. Obtuvo una Beca FPU en el departamento de musicología de la Universidad Complutense, donde ha ejercido tareas docentes durante cuatro años. La beca le ha llevado a realizar estancias en Universidades de Venecia, Melbourne y Chicago. Ha participado en varios congresos internacionales y ha impartido seminarios en Polonia, Gales, Estados Unidos, Australia y México. Actualmente se encuentra finalizando su tesis doctoral, centrada en la historia de la música en las Iglesias de Madrid durante el periodo barroco.